El momento de la toma de decisiones es la hora cero, el momento
clave que puede marcar el destino de una empresa y definir su rumbo hacia el
éxito o el fracaso.
Al mejorar la calidad de las decisiones se optimizan los
resultados. Por eso, tanto la ciencia como las escuelas de negocios y las
empresas destinan cada vez más atención a los procesos de toma de decisiones.
En el aspecto organizacional, ponen el acento en la metodología, sus problemas
y formas de perfeccionarla. En el nivel individual, apuntan a los sesgos
cognitivos que afectan la percepción de la realidad, y por lo tanto, a la forma
en que las personas deciden.
Desde los think tanks del management advierten que, en la
carrera por obtener los mejores resultados, las organizaciones pueden padecer
ciertas "patologías" que vician los procesos y conducen a errores.
"Por lo general, hay dos grandes patologías que conducen a
errores en la toma de decisiones: por una lado, la urgencia en la toma de
decisiones, y por el otro, la soledad en que se lo hace, con lo que sólo se
toman algunos aspectos técnicos y quedan afuera todas las perspectivas que se
deben tener en cuenta", afirmó el director académico del Excecutive MBA
del IAE, Rodolfo Rivarola.
El director de la Escuela de Negocios del la Universidad
Argentina de la Empresa (UADE), Juan Cruz Lozada, agregó algunas otras
patologías.
"Muchas veces hay un exceso de intuición en la toma de
decisiones, no se consideran todas las alternativas posibles frente a un
problema, y falla la relación entre los actores involucrados o
stackeholders".
Las consecuencias son varias, pero todas conducen al mismo
camino. Se toman decisiones sin tener información precisa, se genera
resistencia ante una directiva, y no se responde a los objetivos de la
organización.
"La mejor salida es encuadrar la intuición de los
encargados de tomar decisiones dentro de una estructura, organizada en procesos
que permitan identificar a los diferentes actores, las alternativas y ponderar
los criterios de acuerdo a los valores de la empresa", comentó Lozada.
Diferenciar los roles dentro de la organización, también ayuda a
destrabar problemas a la hora de tomar decisiones, según Ernesto Weissmann, profesor
de la facultad de Ciencias Económicas de la UBA. "Se puede establecer
quiénes tienen el poder de delegar, el de informar, el de decidir y el de
vetar", indicó.
De acuerdo con una encuesta sobre efectividad organizacional,
realizada por la consultora Tándem y difundida en octubre, en el mundo de las
empresas la tendencia es prestar igual atención a los factores cognitivos que
influyen en la toma de decisiones.
Existen varios factores que influyen para convencerse de que una
persona es mejor tomando decisiones que lo que es el promedio. Está muy
estudiado que la mayoría de las personas cree ser superior a la media no sólo
en "toma de decisiones" sino en muchas otras habilidades.
Weissmann resume las cuatro trampas o sesgos en las que pueden
caer los encargados de decidir, y que generan un exceso de confianza en la
capacidad de decisión:
- El sesgo de confirmación, que se observa entre quienes tienden a dar más peso a las evidencias que confirman sus preconceptos e ignoran las evidencias que desaprueban la hipótesis deseada.
- El de retrospectiva, que consiste en modificar la opinión inicial, una vez que se sabe lo que ocurrió en favor de ese resultado final.
- El sesgo de autoservicio, o sesgo por interés personal, aparece cuando atribuimos los éxitos a nuestra propia habilidad, mientras que los fracasos se los atribuimos a las circunstancias o a la mala suerte.
- Por último, el del punto ciego: uno mismo no se da cuenta de sus propios prejuicios cognitivos.
“Todos solemos considerarnos mucho menos sujetos a estos sesgos que la persona promedio" Weissmann.
¿Cómo disminuir la influencia de estos sesgos, una vez reconocidos?
De acuerdo con lo que respondió Weissmann, se deben sistematizar
los procesos y chequear la calidad de la decisión antes de tomarla. Esto
significa verificar que la información es confiable, generar más alternativas
de las habituales, atender todas las variables sobre las que impacta la
decisión.
"Nos tenemos que dar cuenta que la toma de decisiones no es
un instante sino un proceso que depende de varias personas, de la información
con la que contamos y de la metodología que empleamos para decidir",
señaló el especialista.
Según subrayó Weissmann, la ciencia les está probando cada vez con
más evidencias a las personas que es necesario prestar atención a la forma en
la que se termina decidiendo:
"Si las decisiones que tomo definen el futuro de mi vida y el
destino de las organizaciones en las que trabajo, sería interesante intentar
mejorar este proceso decisorio en cada momento. Al menos, responsabilizarme por
esto cuando cuento con el espacio para decidir", concluyó el experto
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